Aquí, en este recoveco de los Pirineos de Huesca,
uno no tiene ninguna duda de que los duendes existen...
Y que cada noche, cuando los demás dormimos, ordenan hojita por hojita,
ramita por ramita y florecita por florecita este rinconcito del mundo,
para que por la mañana algunos afortunados podamos disfrutarlo.
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