Una de mis alumnas trajo esta silla para ver si podíamos recuperarla;
se la había encontrado abandonada en la calle y se la subió para casa.
Mientras decidía qué hacer con ella, la dejó en el balcón
y la lluvia y el sol hicieron de las suyas.
Reseca, sin asiento y carcomida...
cualquiera hubiera dicho que podía volver de donde había venido.
Pero no, con los mimos correspondientes, mucha paciencia
y una buena dosis de esfuerzo e imaginación...
Sí, se puede!
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