Ayer mi hijo me preguntaba que cómo definiría el término "inflexión", claro lo más fácil fue decirle que lo buscase en el diccionario. Él ya lo había hecho, sin embargo tenía dudas de cómo aplicarlo en el contexto de su ejercicio. Yo tenía prisa, se me hacía tarde y lo primero que se me ocurrió fue algo como "podría ser algo así como que una cosa, una situación, que tiene una dirección habitual, de pronto toma otro ritmo".
Me quedé pensando en eso durante bastante rato, hasta que mis obligaciones hicieron que me centrase en ellas.
Pero lo retomo porque, casualmente, yo estoy en un punto de inflexión. Van a haber cambios, de hecho ya los hay y a mí me gustan muy poco los cambios.
Dicen que generalmente los cambios son para mejor, y doy fe de ello, sobre todo en lo de "generalmente".
A pesar de eso, no me gustan los cambios.
Pero bien, una vez asumido que va haber un cambio soy capaz de emocionarme y empezar a encontrar lo positivo, lo ilusionante. Más, si el cambio no implica una ruptura traumática si no, tan solo, una evolución.
Tan solo o tan mucho.
Hace ya un tiempo que me rondaba por la cabeza la idea de acabar con algo que empezaba a sentir que ya no era lo mismo, que se me estaba quedando pequeño, que yo quería algo más. A veces durante todo este proceso llegué a pensar que, en realidad, quizás no era que quería más, si no que ya no quería.
Finalmente la decisión la han tomado por mí. Y ahora, ahora que estaba convencida de que lo que quería era más, ahora que estaba ilusionada con el cambio, ahora va a ser que no va a ser. Que no va a poder ser.
Me siento igual que si me hubiera dejado el novio. Estoy triste y enfadada.
Y encima, van a haber cambios!
No hay comentarios:
Publicar un comentario