Hoy los que hemos decidido ir a trabajar, y no porque aceptemos las reglas de este maldito juego, hemos tenido que hacerlo a escondidas, así tal cual como viles delincuentes. Persiana bajada, luces apagadas y calladitos.... que tremendo.
Francamente estoy muy indignada, pero mucho. No entiendo que algunos crean que pueden transformar en obligación lo que para todos es un derecho.
Señores que estoy trabajando, no robando! Que a mí todo esto me afecta como a todos pero quiero y tengo que trabajar!
No soporto que me obliguen a nada, no soporto que me digan lo que tengo que hacer y no soporto que pretendan que me sienta mal por haber decidido coger los guantes, la bata y ponerme a rascar un mueble en vez de una pancarta y ponerme a gritar. O lo que es peor, pintorrajear paredes, quemar contenederos o amedrentar al prójimo.
¿O es que haberme quedado en casa o cualquier otra alternativa menos ir a trabajar hubiera sido más correcta?
Al final tengo la sensación de que los unos y los otros juegan con las mismas armas...
¡El puto miedo!