Páginas

10 de febrero de 2012

La Substituta Del Substituto

En el edificio donde vivo tenemos portero, conserje le llaman ahora, y digo portero en masculino porque todas las personas que ocupan ese puesto desde hace ya mucho tiempo han sido varones. Y hablo en plural porque desde hace también mucho tiempo los que han estado en la portería se han ido sucediendo a tiempo record. La verdad es que yo no acabo de entender por qué tenemos portero pero si eso implica dar trabajo a alguien que lo necesita, bienvenido. Tampoco se muy bien cuáles son sus atribuciones salvo hacer compañía a algún vecino aburrido que baja a petar la charradeta para matar el tiempo. Limpiar, no limpian, cada semana aparece alguna mujer, y ahora en femenino y también nunca la misma, que se ocupa de fregar la escalera. Así que ahí están instalados en su cubículo mirando cómo entra y sale el vecindario. 
Con este trajín de porterosconserjes ya había dejado de esforzarme ni  por aprenderme sus nombres, ¿para qué si casi no me daba tiempo ni a utilizarlos?. 
Parecía que el último substituto iba a romper la regla, ya llevaba muchos meses en la portería y ya me había aprendido su nombre. Manuel, un cubano joven y amable del que ya sabía incluso que su madre se había ido a vivir a Madrid, por trabajo, que es del Real Madrid y que como no tiene canal de pago y hace mucho frío para bajar al bar, escucha los partidos por la radio.
Pues vaya, ahora que me estaba empezando a hacer amiga suya va y desaparece, no se si para siempre o estará de vacaciones, pero la cosa es que no está y en su lugar ha aparecido una chica, la substituta del substituto, que es tan amable que casi es demasiado amable. La verdad es que me abruma un poco su actitud, cada vez que me ve aparecer por la portería se levanta de su asiento para abrirme la puerta o me coge el carro de la compra para ayudarme a subirlo por la rampa. Yo le digo que muchas gracias pero que por favor no se moleste que puedo yo sola, pero ella nada, erre que erre con sus trece. Hoy, de vueltas con la misma, me ha dicho que su madre le enseñó que hay que ayudar a la gente... yo le he vuelto a decir que se lo agradezco mucho pero que a mí me sabe mal que haga esas cosas por mí, que no es necesario.
Creo que ella se siente mejor haciéndolo, así que ya no se lo diré más.
Si el lunes no ha vuelto Manuel, le preguntaré cómo se llama...

5 comentarios:

  1. Yo tengo otro tipo de portero, uno que llaman portero automático.
    Es mucho menos celoso que la celosa de tu substituta de portero, que debe ser como los porteros del fútbol, o sea cancerbera.
    Mi portero automático cuando llego a casa y le pido que me ayude a abrir la puerta porque tengo mis manos ocupadas es como que no, cuando llego de la compra con muchas bolsas y los periódicos y pido ayuda es como que tampoco, y si llego de vacaciones que son de maletas y bolsas y bolsitas es como que también tampoco que no.

    ResponderEliminar
  2. El anónimo soy yo. Es que esta maldita máquina no me dejaba publicar porque se ha creído por un momento que yo no era yo sino mi portero automático!!!
    Es que la informática es tonta, porque si mi portero automático no baja al párking menos subirá a mi piso, pero así es la informática.
    Paco Riera

    ResponderEliminar
  3. Pues no se lo he preguntado!!!
    Pero de lo que sí estoy seguro es de que es bastante inútil.

    ResponderEliminar
  4. Lo he estado observando.
    Sordo, no, pero duro o muy duro de oreja, sí, confirmado. Lo explico.
    Llega una chica, y después de tocarle con un dedo, exactamente el índice, se acerca a su oreja y le dice "Soy Carmen", con un tono de voz bastante elevado.
    Al rato llega mi hijo, y después de tocarle también con el índice, como para llamarle la atención, acerca su boca a su oreja y le dice "Soy Aleix", casi gritando.
    Pasa un tiempo y llega un amigo, y le toca con el índice también y después le dice a la oreja y muy cerca "Soy yo", y como parece que no se entera vuelve a acercar la boca a su oreja y le dice "Soy Juan Carlos", y cada vez con un tono de voz más alto.
    Llega mi otro hijo, yo sigo observando a mi portero, y le toca con el indice también para después decirle muy cerquita de la oreja "Yo", después más alto "Soy yo", y al final, casi gritando "Sí, yo, Jerónimo".
    Confirmado pues. Muy duro de oreja, sordo no, pero muy duro de oreja.

    ResponderEliminar