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31 de julio de 2011

Después De La Tormenta

Al rededor de las cuatro y media de la tarde de ayer y tras una merecida siesta de sábadosabadete cogí el carrito y me bajé al super. Pensé "bajo ya, que va a caer la gorda", el super estaba desierto, cuatro gatos y yo, cinco. Una de las clientes que andaba por los pasillos interiores con su marido y sus hijos -plan familiar de sábado tarde- comenta "se está poniendo negrísimo...". Solo me quedaba coger las pizzas congeladas así que pensé "con un poco de suerte me libro".
Cuatro de los cinco gatos que quedábamos en el interior debimos de pensar lo mismo y nos encontramos todos en la cola para pagar. Mientras esperaba mi turno empezó a caer una tromba de agua que no dejaba ver el edificio de enfrente, el viento que la acompañaba era tan potente que abría las puertas automáticas del establecimiento y empujaba hacia el interior buena parte de la cortina de agua con lo que el suelo de la entrada estaba empezando a encharcarse hasta la altura de los cajeros... Yo pensaba en mis pizzas congeladas "si espero a que pase se van a descongelar, igual las dejo..." En esas estaba, "me espero/me empapo, el viento no se me llevará llevo el carrito repleto y pesa lo suyo... total a la vuelta está casita..."
Pagué la compra haciendo contorsiones para no meterme en el charco -una inmensa tontería, fuera seguía cayendoladedios y mojarme me iba a mojar igual- y sin pensarlo más "yo me voy, adiós".
Llegué a la portería después de una corta pero intensa lucha contra la intemperie, pero llegué.
Por precaución "a ver si se va a ir la luz y me quedo colgada en el ascensor... mis pizzas!" subí por las escaleras estirando del carrito escalón por escalón y llegué a mi piso. Por suerte antes de salir había cerrado todas las ventanas y llegué a mi refugio con esa sensación de hogardulcehogar que uno siente cuando llega a su casa después de un largo viaje.
Guardé la compra y llamé a mis hijos, estaban a salvo en casa de su padre, les conté la aventura con emoción y alivio y me senté en mi sala-comedor, encendí la lamparita y pensé "como me gusta mi casa!"
Llegó la calma, abrí de nuevo el balcón y me reconforté con ese maravilloso olor de después de la lluvia.
Hoy ha amanecido soleado, veremos....

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