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5 de noviembre de 2010

A Nadie le Amarga un Dulce

A todos nos gusta que nos digan lo bien que hacemos algunas cosas. El reconocimiento es un estímulo en parte necesario para mantener viva una parcela de nuestra autoestima.
Dicen que a los niñ@s les es muy beneficioso porque les aporta seguridad en ell@s mism@s y, en su tránsito a seres adultos, les ayudará para enfrentarse a los sinsaborores de la vida con más aplomo.
Hay personas a las que un dulce no sólo no les amarga sino que además les engorda, les engorda el ego... A veces tratan de disimular con eso de la falsa modestia, pero no pierden ocasión en mostrar o repetir el halago recibido...
Hay otras personas a las que se les diga lo que se les diga siempre van a dudar de si mismos...
Al final creo que, como en muchas otras ocasiones, todo se reduce a lo mismo: pura inseguridad...
Deberían enseñarnos desde niñ@s, en la escuela, y de nuevo como asignatura obligatoria, a creer en nosotros mismos y en nuestras posibilidades sin que tenga que venir nadie de fuera a juzgar lo que hacemos. Podría ser algo así como "Técnicas de Autocrítica"...

De todas maneras no negaremos lo mucho que se agradece de vez en cuando una amable 
palmadita en la espalda!

2 comentarios:

  1. No solo se agradece, como bien dices es fundamental... ¡en su justa medida!

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  2. Sí, con moderación que los excesos se pagan! ;-(

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