
Un día decidimos ordenarlos. Clasificamos cada documento junto a su semejante en su correspondiente cajón de manera que la búsqueda de uno no implique la pérdida de otro y lo que es aún mejor, no implique la pérdida de tiempo.
Así, además, facilitamos que aunque en algún momento descuidemos uno de los cajones, no afecte a la efectividad de los otros e incluso podremos permitirnos el lujo de reordenarlo cuando tengamos el tiempo y las energías para hacerlo.
Pero eso sí, es fundamental que cada cierto tiempo revisemos el contenido y tiremos a la basura aquello que ya no vayamos a necesitar...
Que todo tiene un límite!
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