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7 de enero de 2011

Somos Reflejos II: La Teoría de Las Compensaciones

Una vez me explicaron que cuando te pasa algo muy bueno, algo que te produce mucha alegría, algo que te sube a la nube, deberíamos estar preparados para enfrentar que en breve alguna otra cosa nos hará bajar y si no tomamos precauciones emocionales, en vez de bajar lo más probables es que nos caigamos.
En un primer momento pensé que esta era una visión de la vida algo frustrante y castradora por que no nos permitía  disfrutar a tope de ese regalo, después entendí que no sólo se puede disfrutar igual sino incluso mejor (que no necesariamente más). Es cosa de aprender a gestionar las emociones... 
Al contrario vendría a ser lo mismo.
Una carencia llevaría siempre asociado en otra faceta, un exceso. Generalmente cuando algo en la vida no nos va tan bien cómo desearíamos en otras áreas tenemos excedente. Es una cuestión de compensaciones, la tarea sería conseguir un equilibrio el máximo de tiempo posible.
El profundizar en esta teoría no sólo me ha permitido encontrar en ocasiones cierta serenidad conmigo misma sino que además, me ha facilitado reconciliarme con algunos sentimientos un tanto feos en relación a otros. 
Me ha permitido entender que si en alguna ocasión me he acercado a personas a las que con el tiempo les he visto más defectos que virtudes, no ha sido un sentimiento gratuito o fruto de alguna tendencia al sufrimiento, es que esas personas (todos nosotros) llevan asociadas a sus carencias, que posiblemente también son las mías, cosas muy buenas y positivas que son las que en un primer momento vi o me quisieron mostrar (algo natural por otra parte...) y que el no saber gestionar los dos patrones, el esperar que el otro te de lo que no tienes, es lo que hace que ante la frustración por la falsa expectativa tome mayor protagonismo el defecto que el exceso.
Si consiguiésemos partir de ahí, de las cosas que nos unen al otro (sean carencias o excesos) y que nos permiten sacar lo mejor de uno mismo, quizás descubriríamos que lo que nos aleja es lo mismo que lo que rechazamos de nosotros aunque esté en otra área.
Si trabajamos en cambiar lo que no está bien en nosotros mismos, en equilibrar nuestros diversos yoes en lugar de pretender que sea el otro el que cambie, nuestro propio progreso hará que el otro progrese con uno. Pero para eso la condición ineludible es conocer primero dónde estamos y hacia dónde queremos ir... después llegará con quién.

Bueno, es una idea... ahora a practicarla!

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