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24 de junio de 2010

El Día Siguiente

Pasó la verbena, un año más. El cava, las cocas y las ¡sardinas!. No faltó el baile ni sobraron las risas...
Los amigos de toda la vida y alguno que otro que se va abriendo paso. Faltaron los niños, porque están dejando de serlo...

Al día siguiente uno ya se levanta cansado, pero con ese cansancio dulce que te envuelve en un estado de melancolía. Ese estar sin estar que te invita a abandonarte al placer del "dolce far niente" y en el que uno se permite esa dosis de añoranza. La justa para que no duela...

A mi me encantan estos días tristones pero hay que ser consciente de lo efímeros que son los pensamientos que uno tiene en estos momentos. Dejarse llevar pero en la intimidad, quedárselos para si y esperar al día siguiente del día siguiente, para contrastar...

Mañana veo...

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