Siempre he sabido, y creo haber sido consecuente, que los hijos además de ser un pozo de satisfacciones son un saco de responsabilidades.
Ahora tengo también la intuición de la infinitud de esta responsabilidad o por lo menos del sentimiento de serlo... Esto, como casi todo en la vida, tiene dos caras. Una es el agotamiento, la incertidumbre y el miedo a fallar. La otra el gozo de dar incondicionalmente, sin planteamiento previo, sin sensación de renuncia...
Creo que estoy empezando a entender el sentimiento de vacío que sienten algunas madres cuando los hijos creen que ya no les necesitan, pero la naturaleza es sabia y las madres sabemos que siempre nos necesitarán...a su manera...
Que cansancio!
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