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8 de agosto de 2010

Por si las Moscas

Hace ya algunos años que compro el pan casi siempre en la misma panadería. Durante mucho tiempo me atendía la misma señora, que aunque no tuviéramos un feeling especial, a fuerza de ir cada día... pues eso que el roce hace el cariño... Un día sin previo aviso la panadera desapareció y en su lugar estaba un muchacho desconocido atendiendo detrás del mostrador.
La mala fortuna hizo que ese primer día mientras le pedía mi traída baguette, se colase una mosca en el aparador de las pastas, justo delante mío. Ante el recíproco desconcierto el panadero se puso a dar manotazos para ahuyentar al bicho que, cada vez más estresado, saltaba de bollo en bollo sin atinar la salida.
La cosa es que mi cara de desaprobación y su desagradable compromiso formaron un coctel bastante incómodo que condicionó mis siguientes visitas. Creo que cada vez que entraba a por mi dosis diaria de pan el fantasma de la mosca volvía a aparecer...




Un día decidí que había que romper con el maleficio y al pedirle mi barrita lo hice con mi mejor sonrisa. Abracadabra! Todo cambió, ahora el panadero ya es Mi Panadero...


Y él también me sonríe!

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