Casi me había olvidado, pero debe ser cómo ir en bicicleta, ya puede pasar el tiempo que sea que cuando la vuelves a coger, ahí estás pedaleando tan ricamente.

Noche oscura, ventanas abiertas, en la cama con mantita! y ese arrullo incesante del agua que acaricia piedras y ramas y mece las hojas caídas.
Es el silencio de la naturaleza que te acuna con su canto constante, homogéneo y dispar a la vez...
Dan ganas de dar las gracias. Pero a quién?!
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