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18 de octubre de 2010

De Lunes a Viernes

Casi todas las mañanas salgo de casa a la misma hora en dirección a mi taller, es la hora en la que también empiezan las clases así que la calle está llena de niños con sus mochilas de camino a la escuela.
Los más pequeños van acompañados de sus papás o mamás. Cogidos con sus manitas, muchos de ellos derrochan una energía envidiable, y durante el trayecto no paran de parlotear de todo aquello que se les ocurre. 
La mayoría de las veces son cosas completamente intrascendentes desde la perspectiva del adulto, pero el énfasis con el que los niños lo relatan hace que parezca lo más interesante, emocionante y singular que le pueda pasar a cualquiera.

No importa que casivuelen al costado de sus padres que van a toda mecha para no llegar tarde, ni a la escuela ni al trabajo, y que cómo mucho alcanzan a emitir algún monosílabo como respuesta. Ellos, recién peinados y con esa carita de haber dormido de un tirón, lazan sus frases y conclusiones con la ilusión de estar descubriendo el mundo...

Algunos, los repeques, lloran sí...
Pero incluso ese llanto me encanta!

2 comentarios:

  1. y un día, y otro, y otro, y otro.....
    y oye, al principio me encantaba! ;)

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  2. Es lo que tiene... cuando ya no tengas que acompañarles verás las cosas desde otra perspectiva, te lo digo por experiencia... :-P

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